Es aquí y ahora enterrada en el aire
una casa cavada desde el suelo al cielo.
En ella habita aquí y ahora
un cuerpo solariego,
un alma abandonada,
un corazón nublado,
un perfume ya perdido
y una mente que no lo olvida.
La casa crece alrededor conteniendo
sobre su suelo los pesares de la vida,
marcando que existe un alto a ese cuerpo
que cae y cae y no tiene caída.
Aquí hay ahora bajo unos techos
unos brazos despedidos,
un pecho sin función,
una boca destronada
de un palacio femenino,
unos ojos como láminas
de gastadas fotografías.
El cuerpo yerto se fragmenta en un esfuerzo,
mueve su brazo casi tieso involuntario
y saca de su sangre disecada una pluma…
con tinta roja lacrimal escribe su epitafio:
“Es aquí y ahora enterrada en el aire
una casa cavada desde el suelo al cielo…”
Categorías
Etiquetas
Textos relacionados
L de lector
Para vos lector desconocido son todos estos versos desojados de este árbol antiguo, de estas horas oscuras; estos poemas encerrados en dos tapas que salieron de mí a la superficie […]
Juego de niños
Nos recuerdo a los dos pequeños de todo lo que consuma la vida. ¿Niña, quieres jugar conmigo? y tus ojos asentaban felicidad. De risa era la corona que te cubría […]
Ilusiones
Dentro de las esbeltas perlas azules te veo caminar por los pies de la tarde: El sol arrastra consigo el vestido que te ilumina y atardeces en mi alma como […]
Instrucciones Modernistas
Cuando yo diga día no pienses en la luzni en la rutina, ni en el calor, la fotosíntesis o la abadía.Cuando yo diga día entiende el sinsaborde una mañana que […]
Tal vez te interese
Recuerdo de tus ojos
Recuerdo el eclipse de tus ojos pardos: ese suceso constante con el que me miras. Cada vez que tus ojos se abren al alba se abre un cielo nuevo en […]
A veces he callado
Resulta ser que te he privado de mi boca y de mi voz de hierro que no se ha doblado ante la lágrima que desgranaste tras tus ojos siendo la […]
Nunca vas sola
No creas que caminas con los pies descalzos sobre suelos sin lámparas desnivelados, ni que vas sin contorno a tanteos extraños sin barandas de hombros, con los ojos vendados. No […]
La carta que ella nunca leerá
¿Cuánto tarda uno en caer al delirio? Si es por desatino o desvarío tarda, tanto; Tanto como un giro, como una media vuelta, asustado sin ser visto y visto asustándose. […]