Para vos lector desconocido
son todos estos versos desojados
de este árbol antiguo, de estas horas oscuras;
estos poemas encerrados en dos tapas
que salieron de mí a la superficie
y que claman vida y viajes
desde una boca o unos ojos
hasta diferentes oídos.
Lector, estos versos son tuyos,
hazlos vivir como yo no he podido.
Porque ustedes quienes los leen
traen el rayo de vida a estas hojas
y se nutren de lo que yo ahora escribo.
No lo hagan por mí, sino por ella:
llévenla consigo en una flor,
en un beso, en un papel o en su amor.
Háganla emerger y seduzcan la vida
y seduzcan las horas, el vacío, para
que no exista abandono ni desconfianza.
Son para ustedes, gasten sus páginas,
sus proclamaciones, sean vivos y vivan.
Así lector, mis palabras
-que no pude cantar en mis amadas-
las canten ustedes y sean de ustedes,
y yo no seré yo, sino su aliado
y ella no será ella, sino su amiga.
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