Los sitios de su boca
Besó sus cabellos una flor de lapacho
y se extinguió entre dulzores, amenazante y loca.
Ánclame natura en un diente de león
y lléveme su espalda donde se oculte su boca,
que partida llevo la piel por la desvanecida imagen
que han dejado sus pies talladores sobre la roca.
Y yo no lo sé, y ya no sé nada y nada
creo que la tierra se ha fundido en su cintura.
También creo que todo lo que el universo abarca
se ha envuelto en sus ojos sobre su curvatura.
Lo cierto es que en su rostro de atardecer cantado
el ensueño se ha puesto sobre su boca pura:
Su boca terrible de ángeles y soldados
batiéndose tibias con un empapado lirio.
Su boca de cielo, de infierno, suspirados
que ansió inclinado el adorado martirio.
Nada vale ya, menos los dos sitios de sus labios,
donde allí se han consumado mi ventura y mi delirio.