Ante-título
Me digo y me redigo y me recontra digo
«Yo podría ser poeta» pero no lo soy.
Podría darle vida en estos versos a la piedra,
escribir un nuevo sol en el que orbite la tierra
y hacer esos versos tan algo que todos desean.
Pero soy un loco (que ya no es loco al decirse así) ¡mierda!
Estoy perdido (hundido) y no encuentro una escalera.
¿Quién me dará ese título que —¡oh las musas!— celan
y que el ciego y el anciano compartieron en la mesa?
¿Tu boca, el tiempo, la fama, algún premio, las ventas?
O simplemente la muerte compasiva después de mi miseria.
Es ridículo hablar de esto en esta nueva época…
Hago una pausa y lo explico para que se me entienda:
Por el cielo satélites y astronautas dan vueltas.
Hay pantallas, teléfonos e internet hasta en las venas.
Todo es una sola cosa masiva que agobia y que gobierna.
(Ahora mismo yo estoy inclinado en estas teclas)
La naturaleza y todo aquello que siempre cantaron los poemas
ya no es moda (nunca lo fue) y no viven de likes los poetas.
¿Pero hay alguno?… ¿Existen de verdad en esta era?
Yo ya me exilié con estos versos de la carrera.
Que aparezcan y me digan cómo nombrarse así sin vergüenza.
Alguna vez he dicho «que el poema me nombre poeta».
Ya no lo creo, voy desvariando la noche y… como sea…
Al final, la verdad es que ese título no me interesa
por ahora me basta con que la poesía (ella, ella, ella)
tenga tus ojos, tu espíritu, tu inteligencia y tus piernas.