Lufso

Puntos de fuga – #40

Específicamente: mi cabeza está compuesta por muchas cajitas, que puestas una encima de otra, forman una mayor, totalmente armoniosa; ¡pero no! Ahora están todas tiradas como por una mano infantil. Ahí están todas hincándome los lóbulos, estorbándome la sangre, obstruyendo la sinapsis. Ahí están: todas desordenadas, con sus colores, texturas y contenidos, dispersos y fugados hacia todos los ángulos del universo. Una línea va y se choca con la pared de enfrente, otra atraviesa un árbol, un pájaro, una nube, una estrella. Las cajas tiran diferentes puntos como una licuadora sin tapa: ahí va uno, allá va el otro, ¡argg! Se van, se escapan arrastrando grilletes, saltan los barrios, las ciudades, los continentes. Se sumergen en los ríos, los mares, los océanos, las no nombradas profundidades. Dividen las nubes, el ozono, los asteroides. Aran la tierra, parten las rocas, esquivan las lombrices, los huesos, los fósiles, el centro de la tierra. Mi cabeza es ahora como una estrella infinita, como uno de esos panaderos del viento, con cada una de sus líneas blancas extendiéndose a las mil direcciones interminables de todo lo que existe, llevándome volando, fugándome hacia todo, haciéndome ver qué lindo que es que no estén todas las cajas ordenadas.